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SINFONÍAS QUE (CASI) NADIE CONOCE.


El Reyes

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Eso...

Hace unos 10 años me propuse oír más música nueva que la usual. Menos Beethoven y más Henze fue la consigna. Eso me ha permitido conocer a autores muy extraños o poco conocidos y descubrir varias obras maestras. Tengo un blog al respecto: 

http://otrassinfonias.blogspot.cl/

 

Les presento uno de mis descubrimientos: Allan Pettersson. Escribió 17 sinfonías (dos de ellas inconclusas). 

Allan Pettersson es el gran genio desconocido de la música de los últimos cien años. Ya llegando a la segunda década del siglo XXI, es una vergüenza la ignorancia de una obra colosal, novedosa y profunda como pocas. Existe cierto consenso en que tras Shostakovich el más grande sinfonista de la segunda mitad del siglo pasado fue Pettersson. 

La obra de Pettersson es dura, terrible incluso. Sus sinfonías son crispadas, de densidades insoportables y angustiantes, pero de pronto el genio del maestro sueco arroja un simple rayo de luz y nos vemos sumergidos en una congoja que mezcla el más sentido y auténtico de los abandonos con una resignación seráfica. Sin duda, en menor grado que Simpson, esta música bebe de la fuente de Nielsen, pero también se oye Shostakovich, Sibelius y Mahler como a través de un mal sueño que es acompañado por una banda de Heavy Metal (literamente, Pettersson expresa que componía con esta música de fondo, ya que tenía vecinos rockeros).

La primera vez que oí a Pettersson fue con esta Sinfonía 7 (su obra más célebre). Pocas música tan piadosas y llenas de comprensión por el dolor humano... y Pettersson sabía de aquello. De condición obrera, con una padre alcohólico y una madre sufriente, aquejado por una enfermedad degenerativa y terriblemente dolorosa, su obra no es en absoluto académica... estamos ante la biografía de un espíritu crucificado, pero escrita sin una pizca de autocompasión. Música plena de generosidad hacia todos los humillados y ofendidos.

La Séptima está escrita como un movimiento continuo. Tras muchas audiciones podemos advertir cierta estructura: Un primer cuarto que se abre con la dureza de costumbre en Pettersson dando paso a un figura rítmica en los trombones que recuerda el trágico pulso de una chacona. Algún rayo de luz de las cuerdas se filtra ocasionalmente. Tras un clímax violentísimo la música se vuelve más crispada en los metales y percusión interrumpidos por dolorosísimas intervenciones de la cuerda en sobreagudo. El efecto es emocionalmente devastador. En el tercer cuarto podemos advertir una sección muy lírica con una bella expansión de las cuerdas. Tras otros clímax violentos la música se abre paso a la cuarta parte, en la cual las dolorosas fanfarrias y toques de tambor abren paso a un discurso de abandono absoluto que hacia el final permite la reaparición del tema de los trombones mientras la cuerda y maderas filtran una melodía de belleza indescriptible produciendo uno de los momentos más sentidos del la historia del sinfonismo. Y el milagro es que esto no se detiene. Pettersson nos sumerge en la noche más oscura sin soltarnos por un segundo. Al ritmo de la barca de la isla de los muertos nos adentramos no precisamente en la muerte, sino en la tristeza del abandono que esta produce.

Desde el final de la Décima de Mahler que no se oía tal grado de sentido abandono y belleza. 

En los funerales de Pettersson se tocó por parlantes esta Séptima sinfonía. 

Para mí, la Séptima de Pettersson -con permiso de Shostakovich-, junto a su Quinta y, por sobre todo, su Sexta, son las más grandes sinfonías de la segunda mitad del siglo XX.

Acá el final. Descomunal y desolado

 

La obra completa

 

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hace 7 horas, Robert de Saint-Loup dijo:

Cachai a Per Norgard? Yo tengo sólo un disco de él, con una obra loquísima, "Gilgamesh", pero buscando en Utube, ha compuesto muchas sinfonías:

 

 

Me gustan todos estos nórdicos. En realidad he oído algo así como 1000 sinfonías "raras" (las tengo en planilla). Incluso ecuatorianas y argentinas. 

Y plenamente de acuerdo con Shostakovich. Me encanta la Sinfonía 11, pero sus Cuartetos son mejores que su ciclo sinfónico.

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¿Y conocen a Melartin... ?

lo que he oído me ha gustado montones. Sus sinfonías (compuso 6) no desmerecen al lado de las de Sibelius. Mis favoritas son la 4 (una obra maestra de aquellas). La Tercera por su parte tiene un inicio arrollador.

Les dejo la Tercera, de 1907.

La obra no solamente se abre con un tema profundamente bruckneriano, sino además, tal como sucediera con las sinfonías del austriaco, presenta dos ediciones. La segunda de ellas rescatada recién en 2012 y que incluye nuevo material con respecto a la primera y única llevada al disco. La sinfonía es una maravilla. Sin duda están los modos de Bruckner, pero algo despeinados por los componentes étnicos de la música popular finlandesa. La obra es bella sin apelaciones y nos permite apreciar las dotes de gran melodista y orquestador de Melartin. En esta Tercera Sinfonía el magnífico primer tiempo que logra hacer convivir los ecos trascendentes de Bruckner con los impulsos de Dvorak, Sibelius y de la música popular finesa, es seguido de un Andante con modos que recuerdan a Janacek, pero también a las marchas fúnebres de Mahler (ambos de la misma época). El scherzo es muy imaginativo e incluye un coral en metales (nueva cercanía con los sinfonistas austriacos). En el final, en vez de aplastarnos con pirotecnias, Merlatin nos regala un último movimiento grandioso y sentido tomado a tiempo moderado. En él se cita el gran tema del primer movimiento con notable efecto. 
No les digo más. Si ya conocen a Sibelius, si han disfrutado a Madetoja, esperen oír esta increíble música. 
Una obra maestra.

Ojo que dirige Grinn, el titular de la Sinfónica de Chile.

 

 

Editado por El Reyes
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¿Sabían que Beethoven comenzó trece sinfonías. Terminó nueve y existen apuntes de otras cuatro. Los más polémicos son los cerca de 400 compases que pudieron formar parte de una Décima. Existen dos ediciones de esta "Décima" más dos sinfonías inspiradas en ella. Además hay dos novelas, una ópera rock y mucho más en torno a esta obra. La música es más que interesante, la historia es entretenidísima. No se lo pierdan.

 

Les dejo el link con mi seguimiento del caso y con la música en cuestión.

http://otrassinfonias.blogspot.cl/search/label/Beethoven%20Ludwig%20van

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Una obra maestra de un compositor que no me convence...

De mi blog: http://otrassinfonias.blogspot.cl/

La Novena de Philip Glass

No me gusta Philip Glass. Puedo tolerarlo gracias a las puestas en escena de su música para teatro o sus bandas sonoras para cine (premio Óscar mediante), pero su música puramente sinfónica o instrumental me ha parecido una suerte de receta, a veces efectiva y otras, no tanto. Mantenía esta opinión cuando estaba oyendo sus diez sinfonías (y a la espera de su obra 11 en este género). Realmente interesantes sus primeros intentos en el género, perturbadores incluso. Eso es bueno. Después baja la calidad con una retórica difícilmente digerible, con sus obras por encargo, sus coros y solistas que no dicen mucho la verdad...

Entonces empiezo a oír esta Novena y mi impresión a los cuatro minutos es que estaba oyendo una absoluta obra maestra. Las eternidades y reiteraciones ya no venían de la receta minimalista, sino que acá aparecen surgidas del más profundo Schubert. En cierto modo, Glass pareciera estar deconstruyendo el gran Quinteto en do del maestro austríaco. Sin duda, los ecos de Schubert llegan a esta música de un modo emocionalmente sobrecogedor. Pero también está la Novena de Mahler y todo esto matizado por la inclusión maestra de la percusión. ¿Un Schubert con componentes étnicos? Sí, pero más que eso... 

El primer movimiento se abre de modo casi convencionalmente glassiano, con una cuerda a intervalos y los trombones asomándose como si se tratara de Muerte y Transfiguración de Richard Strauss. Al minuto y medio, aparecen Schubert y Maher. Maravilloso efecto melódico en maderas. La música comienza a ganar dinámica y sobreviene la intervención perturbadora y maestra de la percusión y sus modos étnicos venidos de América Central. La ambigüedad entre angustiosa insistencia y catártica liberación expresada rabiosamente es increíble. Oímos el tambor casi como salido de la Leningrado de Shostakovich y asoma el milagro... la orquesta queda pegada reiterando su mantra y uno a borde del asiento porque presiente que viene algo dramático e indecible... y el asunto es que eso llega. En una primera audición uno solamente tiende a dejarse llevar sin desear que esto se detenga. Pura tensión que nos carcome emocionalmente. Después el asunto comienza a calmarse para terminar nuevamente, citando a Shostakovich y su increíble final de la Cuarta sinfonía.


El segundo movimiento es de una belleza casi irreal. La melodía del inicio pareciera ser música fácil, pero en realidad, ahora sí de modo evidente, es la casi deconstrucción del bellísimo adagio del Quinteto en do de Schubert. Para quienes amamos la obra del austríaco, es un momento de absoluto arrobamiento. Tras terminar la sinfonía, creo que volví a oír esto unas cinco veces seguidas. Belleza a un centímetro de ser edulcorada, pero no. Esto es de una sinceridad desarmante. Más todavía cuando sobreviene la sección central nuevamente con percusión y metales desatados. Insistencia casi desesperada y violenta. Creo que jamás los gritos habían tomado una forma musical tan elocuente y devastadoramente hermosa. A los 9:40, una cesura que recuerda las  pausas brucknreianas abre paso a una secuencia de melancolía mahleriana. Las campanas del final entonces llegan para avisar que esto se extingue.

El mismo esquema del primer movimiento pareciera repetirse en el tercero, pero está bien... en los tumultos de metales y percusión advertimos una bella y dolorosa melodía coral en maderas luchando por hacerse oír casi petterssonianamente. Sin duda, en los 9:40, está el gran clímax de la Novena de Mahler y de la Novena de Bruckner... y no desmerece al lado de estos monumentos, porque sobreviene una de las codas más bellas que haya oído. Mahler y su Novena sinfonía, Shostakovich y su Cuarta Sinfonía (nuevamente) nos indicaron el camino a la pregunta sin respuesta de Ives. Glass toma el testimonio y nos dice que la respuesta es polvo, sombra y nada. Música de la absoluta desolación. 

No me extrañaría que esta obra sea considerada una de las obras maestras del siglo XXI... 

Les dejo la Novena de Philip Glass desde Youtube.

 

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Creo que la Novena de Glass es tan light como podría serlo el Elvis de Warholl. O sea, parece light, suena light, pero el cerebro nos dice que esto es otra cosa. Sin ser fan de Glass, debo recocer que esto me tiene muy intrigado... y eso es muy bueno en arte. En realidad, no oigo nada de New Age. Hay algo extraño en esta música, como si el easy listen fuera catacresis de la devastación... Schubert habla desde la relación de la psique con el símbolo. Glass es desde la ironía. Son articulaciones distintas que, no obstante, siento muy cercanas en esta música.

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