Saltar al contenido
Pegar imágenes en el foro, mediante equipos móviles ×

Allan Pettersson


El Reyes

Recommended Posts

Eso.

Abrir un hilo para conocer a este gran compositor todavía poco conocido. Les dejo la opinión del que fue problemente el más grande musicólogo de habala castellana de los últimos 30 años: José Luis Pérez de Arteaga a raíz del ciclo de sus sinfonías en CPO.

"LA MUERTE ES MÍA"
ALLAN PETTERSON, EL MISÁNTROPO IRACUNDO… Y GENIAL

José Luis Pérez de Arteaga


1911-1980. 
Sueco. Nace en Västra Ryd, muere en Estocolmo.
68 años, 27 de ellos enfermo incurable y progresivo,
Autor de 16 Sinfonías, ningún Cuarteto, 2 Conciertos para violín y algunas canciones.
Cinco años antes de su muerte, para quedarse aún más solo, prohíbe la interpretación de sus obras.
Malhumorado, cínico (incluso cuando escribe textos auto-compasivos), egoísta, cruel con sus enemigos (que ve por todas partes).
Solitario, aislado -aunque su esposa, Gudrun, permanece a su lado desde 1948 hasta su muerte-, pero sensible, hasta tierno (en ocasiones).
Inclasificable, ajenos a "ismos" o modas, personal hasta las vísceras. 
Allan Petterson.

***

Resumamos al personaje. Gustav Allan Pettersson nació en Västra Ryd, en la provincia de Uppland, Suecia, el 19 de septiembre de 1911; la provincia o el landskap de Uppland se halla en la costa este de Suecia, al norte de la capital Estocolmo, y linda con el lago Mälaren y el mar Báltico. Västra Ryd es un pueblo del llamado Uppland-Bro, a medio camino entre Estocolmo y Upsala, y era, es, una de las zonas más pobres del país. 
Allan Pettersson fue uno de los cuatro hijos del herrero de Västra Ryd, que acabó sus días alcoholizado, después de ejercer durante años la violencia doméstica con su esposa primero, una mujer marcada por hondos sentimientos religiosos -que en cierta medida iban a pasar a su hijo músico-, y con sus vástagos después, especialmente con nuestro personaje desde el momento en que anunció, siendo todavía un niño, que quería dedicarse a la música. La familia se trasladó en la segunda década del pasado siglo a los suburbios de Estocolmo, perdido el empleo del padre, y vivió en una chabola apestada por ratas, insectos y humedad. Que en este caldo de cultivo pudiera surgir una vocación musical es sorprendente, pero Pettersson luchó por ella adquiriendo un violín -que hubo de esconder del irascible y dipsómano progenitor- mediante la venta de postales en un quiosco; la falta de alimentos llevó al chico al hurto -suerte de nórdico Jean Valjean- y dio con sus huesos en un reformatorio, casi venturoso porque le libró de la mano del padre y le permitió practicar el violín, que aprendió a tocar de manera autodidacta. 
Tras varios intentos fallidos de conseguir plaza, fue admitido en el Real Conservatorio de Estocolmo, donde, con voracidad que pasmaría a sus profesores, estudió formalmente el violín, la viola, armonía, contrapunto y composición, en los años que van de 1930 a 1939 (entre sus 19 y 28 años, esto es, nada que ver con un niño prodigio). En el 39 se le concedió una beca para perfeccionar los estudios de viola con Maurice Vieux en Paris. Consiguió luego, por oposición, una plaza de viola en la que entonces se llamaba Orquesta de la Sociedad de Conciertos de Estocolmo y que hoy es la Filarmónica de la capital sueca, puesto que mantendría hasta 1952. En los años de la Segunda Guerra Mundial y en los restantes 40 estudió privadamente la composición con uno de los grandes maestros suecos, Karl-Birger Blomdahl, y técnica orquestal con Otto Olson. Entre 1951 y 1953, Pettersson residió por temporadas en París, estudiando, como el propio autor indicaría, "la composición serial con René Leibowitz y la composición anti-serial con Arthur Honegger". En un momento en el que la existencia parecía recompensar a Pettersson por sus afanes, con una vida matrimonial establecida desde el 48, al músico se le diagnosticó, de regreso a Suecia, una artritis reumatoide progresiva, acaso larvada durante los míseros años de niñez y adolescencia, que terminó por postrarlo en la invalidez en los años 60 y que, como dolencia degenerativa, fue mermando sus fuerzas hasta su fallecimiento -derivado, por ende, de una afección cancerígena- en Estocolmo, el 20 de junio de 1980. Pero fue ahí, en los años 50, cuandocomenzó la historia del sinfonista Allan Pettersson, una fábula -por insólita e inusual- que duró casi 30 años. 
***
Pausa que justifica este trabajo. La firma alemana CPO, en un proceso de dos décadas que ha ido desde 1984 hasta 2004, ha completado la primera grabación -potencialmente íntegra- del 'corpus' sinfónico de Allan Pettersson, con un total de 15 obras, las comprendidas entre las Sinfonías 2 a 15. Casi todas las grabaciones proceden de conciertos, están tomadas 'en vivo', y cubren el trabajo de seis orquestas y siete directores, aunque, de entre estos, tenga primacía interpretativa el británico Alun Francis, que se anota ocho de las obras (Sinfonías 2, 3, 4, 5, 9, 10, 11 y 16). La serie, finalmente editada en un álbum, posee la calidad técnica habitual de la empresa germana, y admirables libretos globalmente firmados por el musicólogo Andreas K. W. Meyer, sólido conocedor de estas obras y de la música de Pettersson en general, aunque alguno de estos opúsculos -Sinfonía 12- adolezca de incomprensibles fallos textuales.

Pettersson redactó una Primera Sinfonía en torno a 1950-51, entre sus 39 y 40 años , coincidiendo con el comienzo de sus estudios parisinos con Leibowitz y Honneger, y llegaría a hacer, en la década de los 50, dos versiones de esta obra, que nunca llegó a publicarse o estrenarse. El artista ya tenía en su haber creativo varias obras, alguna de las cuales, como las 24 Barfotasänger (24 Canciones Descalzas) de 1943-45, sobre textos propios, sería obra recurrente tanto en su serie sinfónica como en otras páginas del autor, en una relación parcialmente similar a la de Gustav Mahler con sus Lieder. Durante algunos años, se sostuvo que el compositor, director de orquesta y organizador Peter Ruzicka había preparado una edición o "versión ejecutable" de la Sinfonía nº 1, pero la ausencia de la obra en el álbum de CPO parece dar por abandonada esa opción.

Si en el ciclo de Pettersson ha de entenderse como punto de partida -tal parece haber sido la intención del artista- la Sinfonía nº 2, el discurso se abre con una obra maestra. Compuesta entre 1952-53, la obra fue dedicada "con el más cálido agradecimiento del compositor" al director de orquesta sueco Tor Mann, que ya había estrenado en 1952 el Primer Concierto para Orquesta de Cuerda, y que presentó la nueva pieza el 9 de mayo de 1954 al frente de la Sinfónica de la Radio de Suecia. Con esta partitura, el "modelo Pettersson" para el sinfonismo esta trazado: un único, monolítico movimiento de 46 minutos con secciones internas reconocibles, contrastes violentos, casi brutales, entre segmentos y familias instrumentales, lenguaje tonalmente incómodo -esto es, sustancialmente asentado en la tríada pero impregnado de disonancias y apuntes politonales-, y basamento estructural sobre concisas células motívicas. La excelente traducción de Francis con la Sinfónica de la BBC de Escocia (1994) presenta, por parte de CPO, seis letras de 'Index' que permiten diferenciar las diversas secuencias de la página.

La Tercera es la única de las Sinfonías de Pettersson que se acoge a un esquema de cuatro movimientos. Se escribió entre 1954 y 1955, y fue, una vez, el esforzado Tor Mann, primer adalid de la música del artista, quien dio a conocer la obra el 21 de noviembre de 1956, en concierto dirigido a la Sinfónica de Goteborg. Pettersson volvía a dar en la diana de una página en 'crescendo', es decir, que iba a más en el curso de su peroración hasta culminar en un formidable Allegro de clausura. El siempre eficaz y comprometido Francis (y CPO) se encuentra aquí, por vez primera, con su "potencial competidor", Leif Segerstam, quien, con la Orquesta Sinfónica de Norrköping, marida esta obra con la Sinfonía 15 en excelente lectura para el sello sueco BIS. La "potencialidad" aludida se explica por el hecho de que el inicialmente previsto ciclo Pettersson / Segerstam se quedó colgado por razones financieras después de tres producciones .

Con laSinfonía nº 4 (1958-59) se vuelve al esquema del movimiento único que el compositor no va a abandonar hasta la Octava. Aunque Petterson había trabajado entre medias en los Conciertos para cuerda 2 y 3, el potente aliento sinfónico de las Sinfonías previas está igualmente presente en esta Cuarta, punzante y exasperada en los extremos, pero dotada de dos secciones lentas, 'Andante espressivo' -que cubre tres cuartas partes de la pieza con sus 26 minutos- y 'Larghetto', de tan recia como hermosa entraña. El CD de CPO desdobla en cinco útiles cortes las secciones de la partitura.

La Sinfonía nº 5, de 1960-62, presenta de nuevo una estructura unitaria, un bloque de 40 minutos, aunque en él, como ha sugerido Per Skans , puedan percibirse tres secciones: una introducción (en torno a 6 minutos), una exposición y desarrollo interrelacionados (casi 28 minutos) y una Coda (casi 7 minutos), con una poderosa explosión de decibelios entre los 12 y 16 minutos de la pieza sobre las cuatro notas que permeabilizan el entramado de la pieza. 
Con la Sexta Sinfonía, de 1963-66, Pettersson da un salto cuantitativo: hasta ese momento, las Sinfonías le han durado 40 minutos o menos, con la excepción de la Segunda -de 46 minutos-, pero en esta nueva obra el músico dispara el cronometraje hasta la hora de discurso, que sólo va a superar en la ambiciosa Novena de 1970 y en la sintetizadora Trece de 1976 (69 y 67 minutos respectivamente). De otra parte, el deterioro de su salud ha forzado al músico a una expansión temporal imprevista, ya que esta es la única obra que consigue ultimar en el curso de cuatro años. En la partitura, además, aparece por primera vez la cita de la segunda de las Canciones descalzas, que volverá a ser citada en el Concierto para violín nº 2 y en la Sinfonía 14. El aire tenue, casi ingenuo, de la pieza vocal inserta contrasta con el clima crispado, huraño, de una obra que parece emerger de la negrura. Siendo buena la interpretación de Manfred Trojahn con la Sinfónica Alemana de Berlín -la antigua Orquesta RIAS de Fricsay o el joven Maazel-, se puede tener la sensación de que al director le incomoda un poco el talante hosco de las zonas más abruptas de la pieza. 
El primer gran triunfo, nacional primero, internacional después, llegó con la Sinfonía nº 7, de 1966-67, estrenada por Antal Dorati en octubre de 1968 en Estocolmo, con un extraordinario, casi asombroso, éxito popular que obligó al ya medio inválido Pettersson a subir cuatro veces al escenario. Si un 'ostinato' ha sido alguna vez cimiento de una obra musical, pocas veces se habrá producido ello de forma tan abierta como en esta página, en la que el leve motivo -casi hipnótico- de cuatro acordes que se escucha apenas iniciada la obra en la voz de trombón y tuba recorre bajo todos los ropajes y temples imaginables la primera parte de la partitura y se manifiesta, con mayor o menor recato, en distintos momentos de la segunda mitad. En la producción de CPO, grabada en concierto en Hamburgo en 1991 por un "converso" Gerd Albrecht -que manifestaba en el programa de mano de la sesión su estupor por no haber sabido antes del quehacer de Pettersson-, el maestro germano tiene que competir con varios y complejos frentes: con el dedicatario y propulsor de la pieza, Antal Dorati, que grabó la Sinfonía en 1969 (Swedish Society), con un poderoso Segerstam en su grabación de 1992 (BIS) y, sobre todo, con un admirable, casi mesiánico, Sergiu Comissiona en su versión para Caprice de 1990 . 
Con la Octava, por segunda vez en su ciclo, Petterson dividió una Sinfonía en movimientos -dos en este caso-, algo que no acaecía desde la Segunda. La Sinfonía nº 8 comienza, extrañamente, de forma apacible, aparentemente más anclada en la tonalidad que obras anteriores: un paulatino 'crescendo' (genuina especialidad de la casa), acompañado por la caja, no culmina en la fiereza ni desemboca en un clímax destructivo, sino en una afirmación de vitalidad y fuerza, para retomar el canto lírico y tranquilo que había dominado la pieza desde el inicio. Un segundo 'crescendo' -desde 11:35 prolongándose con intermitencias hasta aproximadamente 19:40- resulta infinitamente más 'petterssoniano', con estridencias del metal, asaltos de la percusión y una atmósfera de caos controlado, aunque la línea, 'ostinato' -otra marca de la casa- de la cuerda nos asevere que, efectivamente, el autor controla su propio magma. El clima que ha cerrado la primera secuencia abre también la segunda, con estallidos restallantes y atmósfera opresiva. La que parecía partitura suave y contenida se ha tornado en una de las más dramáticas y encolerizadas del músico. Por espacio de diez minutos, Pettersson no se digna conceder remanso a su furia; luego, tras un intermitente 'decrescendo' (desde 8:05 del segundo corte), que insiste en una figura descendente de 4 notas, la "bronca" persiste en un tono más "coloquial" -por absurdo que pueda parecer este término-, hasta que (en 11:51) aparece un diseño de la cuerda que, al modo del piano en el segundo movimiento del Cuarto Concierto de Beethoven, va aplacando a las furias en un progresivo proceso de apaciguamiento, que se sedimenta con el regreso al 'ostinato' del primer tiempo. Pero todo parece espejismo (desde 16:3) ante un nuevo desafuero del contingente orquestal, hasta que (18:05) el canto lírico, anunciado desde los albores de la obra, se adueña finalmente del discurso, aunque las amenazas repercutan en la distancia. Pettersson clausura así una de sus obras más elocuentes, densas y directas, que halla digno valedor en Thomas Sanderling, aunque -de nuevo- el fiel Comissiona profundice más en la intimidad de la pieza. 
Ante la más gigantesca obra en un movimiento de Pettersson (virtualmente 70 minutos), la crucial Novena Sinfonía de 1970, CPO opta por una exhaustiva división en cortes, 17 en total, con uno [8], el más extenso, de 9'38 para el axial 'a modo de Marcha' que se erige en cimiento centrípeto de la partitura. Una sucesión de segmentos rápidos, aquí sin propensión a la iracundia, nos llevan durante 21 minutos hasta la marcha rápida que abre el precitado [8], una etapa a mitad de camino entre Berg y Mahler signada por la dicción inconfundible de Pettersson, que enseguida se metamorfosea en una secuencia mistérica, fantasmal -¡especie de Sueño de una noche de verano mndelssohniano pasado por la redoma de la segunda Escuela de Viena!-, en donde los repetidos diseños de las trompas semejan contracanto de los rebuznos de la Obertura de 1826. A partir de [10], hacia los 36 minutos de la Sinfonía, la música, rápida, incluso ligera hasta este momento, morigera su curso, y, sin que el impulso rítmico -vital en Pettersson- se pierda un solo instante, la página se torna reflexiva, con pequeños pero recurrentes solos de las maderas, fanfarrias remotas y exhortaciones de la cuerda. 
Con las Sinfonías Décima (1972) y Undécima (1973), se produce un descenso en el progresivo cociente de duración que habían ido acumulando las piezas precedentes: 60 minutos la Sexta, 44 la Séptima, 50 la Octava, 70 la Novena, pero ahora 27 en la Nº 10 y y 25 en la Nº 11. Paradójicamente, esa brevedad discursiva no supone relajación alguna en la exasperación del lenguaje del artista, al contrario: la Décima es, probablemente, la obra más dura, áspera y difícil de todo el ciclo. Concebida y redactada durante el más largo período de reclusión hospitalaria de Pettersson, los nueve meses -de octubre de 1970 a junio de 1971- pasados en el Karolinska Hospital de Estocolmo para ser tratado de una afección renal que mermó aún más sus posibilidades motrices progresivamente mermadas por la artrosis degenerativa que padecía desde principios de los años 50, algunas de sus reflexiones, escritas, garabateadas al hilo de la partitura, son palmarias en su concisión y temibles en su lucidez: "Busquemos en la oscuridad como el niño que una vez fuimos…" (Noviembre de 1970), "Hay que temer al miedo a la muerte, pero no a la muerte. Hayque temer a la vida, al hombre, a su crueldad con los otros hombres" (26 de noviembre de 1970), "La muerte es mi sombra constante, es más fuerte que yo. ¿O acaso es ÈL MISMO, el Dios que experimenta consigo mismo en forma de hombre, como otra forma de vida?" (30 de noviembre de 1970), "La iglesia se la tiene que construir uno mismo, en el corazón" (12 de febrero de 1971), y la más aterradora, personal, devastadora, "La muerte es mía, sólo mía" (22 de abril de 1971). En ambas piezas, ensambladas en la grabación (1994) de Alun Francis con la Orquesta de la radio de Hannover, el músico británico entra a saco en el mundo del Petterson más pesimista y oscuro, en un cabalgar por la lobreguez que, con parigual entrega, recorre Segerstam en su registro, también de los años 90.
En la primavera de 1973 la Universidad de Upsala se dirigió a Pettersson a través de su director musical, Carl Rune Larsson, de antiguo admirador de la obra del músico, para solicitarle una obra que conmemorara los 500 años de la fundación de la institución académica. Larsson sabía muy bien lo que quería y lo que podía esperar, ya que en el texto peticionario pedía al compositor "una obra de relevancia contemporánea en el sentido más profundo". Pettersson volvió de inmediato su mirada hacia una obra que le había fascinado durante lustros, el "Canto General" de Pablo Neruda. De la densa composición poética, escrita por el literato chileno en el exilio, entre 1948 y 1949, el músico escogió la quinta de las quince partes de la obra, "La arena traicionada", y dentro de ella los nueve poemas que conforman "Los muertos de la plaza". 
En esta sección, Neruda canta la sublevación popular de enero de 1946, acaecida durante el gobierno de Alfredo Duhalde, que reemplazaba por enfermedad al presidente electo Ovaldo de Castro, privó a los sindicatos de legalidad tras la anunciada huelga de los obreros del salitre; la medida provocó una concentración de casi 20.000 personas en la Plaza Bulnes, de Santiago, organizada por el partido comunista -en el que ya militaba Neruda-, que fue bestialmente reprimida por la policía con armas de fuego. Varias de las víctimas, como la joven sindicalista de 19 años Ramona Parra Alarcón, el docente Filomeno Chávez Villalobos o el poeta Alejandro Gutiérrez, son citadas con nombres y apellidos por Neruda en su pungente aguafuerte poético.
Ya inmerso en la composición de la obra encargada, conoció Pettersson las sucesivas noticias del golpe militar del general traidor Augusto Pinochet (11 de septiembre de 1973) contra el hombre que le había llevado a la jefatura de las fuerzas armadas chilenas, el presidente Salvador Allende, el asesinato de este en el asedio del Palacio de la Moneda, y el fallecimiento -ya herido de muerte por el cáncer- del propio Pablo Neruda (23 de septiembre). Pettersson, el enfermo crónico de 63 años, el cínico indomable, el incontinente airado, vio que el tema y la historia de la obra que estaba escribiendo volvían a repetirse en una salvaje inconsecuencia histórica, y, anti-político visceral, no pudo, empero, reprimir sus remotos sentimientos de proletario salido del más bajo estrato de las clases sociales suecas y la habitual iracundia halló cauce en la rabia de esta especie de escariador Réquiem, que, por paradoja, se cierra con el más radiante Do mayor de toda la obra del músico, el que se une a la palabra "Dag", "Día", en los esperanzados versos finales de Neruda: 
Mil noches caerán con sus alas oscuras,
sin destruir el día que esperan estos muertos.

El día que esperamos a lo largo del mundo
tantos hombres, el día final del sufrimiento.

Un día de justicia conquistada en la lucha, 
y vosotros, hermanos caídos, en silencio, 
estaréis con nosotros en ese vasto día
de la lucha final, en ese día inmenso.

Al ser obviamente relevante el contenido literario, verbal, de la pieza, resulta descorazonadora la nota que acompaña al, como siempre, super-documentado trabajo de Andreas K. Mayer, redactada en estos términos: 
"Lamentamos no poder imprimir, por razones legales, los poemas originales de Pablo Neruda y su correspondiente traducción inglesa. Rogamos su comprensión por este hecho." 
¿Cómo es posible, entonces, que en 1978 primero, en LP, y en 1988 después, en CD, la firma sueca Caprice pudiera incluir en los respectivos libretos de la grabación del hombre que encargó la obra, Carl Rune Larsson, los textos castellanos de Neruda y, lógicamente, la versión sueca de Artur Lundqvist y del aragonés Francisco Uriz? En fin, las supuestas razones legales resultan inaprensibles en el 2007, y más lógico sería, ante este fallo garrafal de la edición, pedir disculpas y no comprensión. En cualquier caso, la interpetación de Manfred Honeck al frente de conjuntos de la Radio de Suecia (2004) es, podría decirse así, más "profesional" que la de Larsson, aunque esta aparezca signada por un fervor encomiable.
Las páginas finales del ciclo, aunque distantes de la beatitud, sí parecen albergar algo del bienestar -a pesar del empeoramiento de su condición física- que Pettersson conoció en los años finales de su existencia, desde que una ayuda del gobierno sueco le permitió instalarse en un chalet ajardinado que al artista consideró lo más cercano a la felicidad. La dilatada Sinfonía nº 13 de 1976 se puede dividir en seis secciones -aunque CPO no ha conferido cortes o letras de indexado a la estupenda traducción de Alun Francis de 1993-, más o menos de esta forma: fanfarrias (hasta 7:46), secuencia bonancible o lírica (hasta 12:25), 'ostinato I' (hasta 24:45), 'ostinato II' (hasta 36:00), progresivo 'decrescendo' (hasta 50:34) y cantilena del violonchelo que enlaza con la Coda (desde 52:54 hasta 67:00). La versión de CPO es la única grabación de la pieza a día de hoy. Sobre la Sinfonía 14, de 1978, otra partitura marcada por la impronta de la segunda Canción descalza, la propuesta de Johan Arnell con la Sinfónica de la Radio de Berlín es, pese a la excelente toma de sonido, como una fotografía en blanco y negro frente a la diapositiva radiante de color y expresividad que Comissiona grabara en 1982 con la Filarmónica de Estocolmo: la duración es casi idéntica, pero mientras Arnell parece dormirse varias veces en el curso de la obra, el rumano crea vida en cada compás. 
La penúltima página, la Sinfonía 15, vuelve a elevar el vuelo del álbum de CPO con la contribución de otro devoto de la causa de Pettersson, Peter Ruzicka, que al frente de la Deutsche Symphonie-Orchester Berlin consigue transmitir la rara "belleza" -uno no sabe si esta palabra es del todo apta para el vocabulario de Pettersson- que irradia esta página del mismo, fértil, 1978. Aquí, sin embargo, ese gran maestro que es Segerstam peca de excesiva celeridad y urgencia, en un recorrido que le dura 6 minutos menos que al artista germano (32:20 frente a 38:28). La última Sinfonía completada por Pettersson, la Nº 16, es un singular "concierto a modo de Sinfonía" para saxofón solista y orquesta nacido de manera insólita: Pettersson recibió en 1979 una petición del solista americano Frederick L. Hemke para escribir "una obra" para saxo, y la respuesta fue cursar, pocos meses después, la partitura de esta Sinfonía al músico estadounidense. El citado Hemke estrenó la obra en 1984, con Yuri Anronovitch dirigiendo a la Filarmónica de Estocolmo, y grabó la pieza con la misma formación y director un año más tarde para el sello Swedish Society; la grabación del saxo alto, también americano, John-Edward Nelly, con Francis y la Orquesta de la Radio de Saarbrücken data de 1996, y pone de nuevo de relieve la afinidad del director con la música de Pettersson, en especial en los dos grandes pasajes líricos marcados por los cortes de la edición e CPO, el 'cantabile espressivo' de la segunda sección y el misterioso final, con la elegía del saxo y las cuerdas.
***
He aquí, para quien tenga la curiosidad o la audacia de adentrarse en el singular mundo sonorodeGustav Allan Pettersson, un álbum indispensable, que, con sus apuntadas carencias o flaquezas, se erige en veraz monumento fonográfico. 

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios

  • 3 months later...
  • 11 months later...

Oh que impresionante el desconocimiento que uno tiene en general de todo. Un músico que tuvo como inspirador para una de sus obras a Neruda y completamente desconocido para mí. Igual que los comentarios anteriores, imposible no sentir curiosidad de la música que hace el personaje.

Hay alguna idea de cómo entrar con él? Servirá seguir criterios cronológicos?

  • Upvote 1
Enlace al comentario
Compartir en otros sitios

hace 12 horas, ocj dijo:

Oh que impresionante el desconocimiento que uno tiene en general de todo. Un músico que tuvo como inspirador para una de sus obras a Neruda y completamente desconocido para mí. Igual que los comentarios anteriores, imposible no sentir curiosidad de la música que hace el personaje.

Hay alguna idea de cómo entrar con él? Servirá seguir criterios cronológicos?

La Séptima es fenomenal y de sus obras "más" amables. 

Ponte unos buenos audífonos y oye este final. Si te gusta, prepárate a oír muchos momentos como estos en la inmensa producción de Pettersson. Parte con la 7. Sigue con las canciones descalzas y después a lo que salga. Su contrapunto es endemoniado, así que requiere varias audiciones.

 

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios

  • 1 month later...

mientras se prepara la grabación de la inmensa Sinfonía 12: "Los muertos en la plaza" con textos de Neruda, Lindberg nos deja el primer video completo de una lectura de la Sinfonía 7. Al parecer está en mono. Pero suena muy bien.

 

 

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios

Muchas gracias por la publicación, increíble Pettersson! sin duda a varios de nosotros nos has retirado un poco de la oscuridad de la ignorancia. A ponerle paila!

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios

  • 2 months later...

Acabo de oír la nueva grabación de esta obra maestra en el sello BIS (junto a la sinfonía 17 en fragmento interpretable) y simplemente uno se explica por qué no se programa más. Uno de  los más grandes conciertos del siglo XX. el Concierto para violín de Allan Pettersson. Acá con su primer registro, la tremenda Ida Haendel, al violín.

 

 

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios

Join the conversation

You can post now and register later. If you have an account, sign in now to post with your account.

Invitado
Responder en este tema...

×   Pasted as rich text.   Paste as plain text instead

  Only 75 emoji are allowed.

×   Your link has been automatically embedded.   Display as a link instead

×   Your previous content has been restored.   Clear editor

×   You cannot paste images directly. Upload or insert images from URL.

×
×
  • Crear Nuevo...