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Cien años del nacimiento de Charlie Parker: guía para entender a uno de los más grandes del jazz


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Cien años del nacimiento de Charlie Parker: guía para entender a uno de los más grandes del jazz

Se cumple un siglo del nacimiento de uno de los saxofonistas más importantes de la historia. Tuvo una vida corta y llena de excesos, pero dejó un legado infinito que cambió la forma de componer y escuchar música. Aquí, algunas grabaciones para entender al artista que partió al jazz en dos

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Pocos músicos lograron reescribir las reglas de un género musical como lo hizo el saxofonista Charlie Parker. Vivió demasiado rápido, como un rockstar antes de que se inventara el rock ’n’ roll, pero su forma de tocar lo cambió todo para siempre. A cien años de su nacimiento, recordar su legado es sumergirse en una de las épocas más prolíficas e innovadoras del jazz.

A continuación, presentamos una selección de grabaciones esenciales para entender la magnitud de su obra.

I Got Rhythm

 

Las leyendas se construyen con un poco de mito y otro poco de realidad. La de Charlie Parker nació una noche en la que le revolearon un platillo de batería en plena performance. Count Basie había tocado en el Reno Club de Kansas City y, como era costumbre en esos años, su orquesta se quedó en el lugar después del show para una jam session. Una selecta audiencia, integrada principalmente por músicos y aficionados, presenciaba cómo cada integrante de la banda desplegaba sus destrezas en el arte de la improvisación. Los más valientes se animaban a subirse al escenario para acompañarlos. Parker, “Bird” (“Pájaro”), como ya lo conocían en el ambiente, fue uno de esos aguerridos, pero su estilo rompía con las estructuras preestablecidas y el baterista Jo Jones se lo hizo saber de una forma vehemente. El estruendo del plato que cayó a sus pies fue tan fuerte que el auditorio hizo silencio y estalló en carcajadas. Charlie dejó el escenario humillado, pero el episodio lo motivó a seguir perfeccionando su técnica y al poco tiempo se tomaría revancha: muy pronto, él sería quien impondría las nuevas reglas del jazz.

La canción sobre la cual estaba improvisando Bird era “I Got Rhythm”, un estándar de George y Ira Gershwin de 1930. Una década más tarde, cuando su estilo había adquirido notoriedad, el músico pudo darse el lujo de versionarla a su gusto y ganarse los aplausos del público, tal como puede apreciarse en esta versión en vivo en el teatro Embassy de Los Ángeles.

Parker utilizó “I Got Rhythm” como base para componer junto a Dizzy Gillespie “Thriving from a Riff”, también conocida como “Anthropology”.

Cherokee (por Jay McShann & His Orchestra)

Bird nació el 29 de agosto de 1920 en Kansas City, que en la década del ’30 fue uno de los principales epicentros del género. En sus clubes nocturnos tocaban los mejores músicos y, para un joven aprendiz como él, frecuentarlos fue la mejor escuela. Como los negros tenían prohibido el acceso al conservatorio, aprendió a tocar el saxo de forma autodidacta con la ayuda de todo aquel que estuviera dispuesto a darle consejos. Su regla de oro era que si sonaba bien, entonces estaba haciendo lo correcto. A los 15 años ya tenía un interés casi obsesivo por dominar el instrumento, aunque su potencial empezó a verse recién dos años más tarde. Para Lawrence Keyes, un pianista que vivía cerca de su casa y que le dio su primera oportunidad al incorporarlo a su grupo, “si Charlie hubiera sido tan aplicado en los estudios de bachillerato como en la música, habría llegado a catedrático”.

Parker buscaba juntarse con músicos más experimentados que pudieran enseñarle a tocar mejor. El prestigioso saxofonista Buster Smith, también conocido como “Profesor”, lo contrató para su orquesta y se convirtió en su mentor. No sólo no se perdía ningún ensayo sino que iba a su casa después de hora para seguir perfeccionándose. Charlie incluso lo llamaba “papá”.

A los dieciocho años, el joven músico abandonó Kansas City y se fue a Nueva York, donde Smith lo cobijó en su casa. Consiguió trabajo de lavaplatos en el restaurante donde tocaba el pianista Art Tatum, que tenía una revolucionaria técnica que Parker luego aplicaría en su instrumento. Tatum fue una clara influencia en todos los artistas del jazz moderno, pero Bird tuvo la oportunidad de verlo en directo cada noche durante tres meses y aprender sus mejores trucos.

De regreso a su ciudad natal, se unió a la orquesta de Jay McShann, con la que salió de gira y entró a un estudio de grabación por primera vez.

Con lo que incorporó viendo a Tatum, Parker fue desarrollando una manera de tocar que muchos consideraban extravagante o errónea, pero que tras pulirla fue ganando adeptos. Era la época del swing y lo que él proponía era un cambio de paradigma en el que el jazz dejara atrás el baile y se transformara en una música que exigiera más escucha y atención. Para eso había que romper con la precisión y los arreglos de las big bands y dar más lugar al virtuosismo, la improvisación y los solos. Esto también implicaba acelerar los tiempos e incorporar estructuras más complejas. Así, con Bird a la cabeza, y de la mano de otros grandes como Dizzy Gillespie, Thelonious Monk y Miles Davis, nació el bebop, el siguiente paso en la evolución del género.

“Cherokee”, escrita por Ray Noble en 1938, fue importante en la formación musical de Bird, que había aprendido a tocarla en todas las escalas. La hizo tantas veces que llegó a odiarla, hasta que descubrió una nueva forma de interpretarla que daría origen a una nueva corriente musical. “Empezaba a aburrirme de los cambios melódicos estereotipados que usaba en esa época y estaba seguro de que tenía que haber algo más. A veces lo había oído pero no podía repetirlo”, confesó en una entrevista. Y explicó: “Descubrí que si usaba los intervalos agudos de un acorde como línea melódica y los acompañaba con cambios debidamente relacionados, podía tocar lo que había escuchado otras veces en mi cabeza. Ese día, resucité”.

“Ko-Ko”

 

Gillespie reconoció que “Charlie Parker fue el arquitecto de un nuevo sonido”, mientras que Cootie Williams, el trompetista de Duke Ellington, lo calificó como “el músico más grande que ha existido jamás” porque “en la historia del jazz nunca ha habido un hombre que influyera en todos los demás instrumentos”. Con esta afirmación coincide el periodista de jazz Gary Giddins, para quien “Parker era el único músico desde Louis Armstrong cuyas innovaciones requerían un nuevo estudio exhaustivo de todos los elementos del jazz”.

El bebop fue rechazado por los conservadores y recibido con tibieza por el público, pero cautivó a las generaciones más jóvenes que estaban expandiendo sus fronteras musicales. Al principio solo aquellos que acudían a las jam sessions o que escuchaban determinadas estaciones de radio pudieron conocerlo. La razón fue una larga huelga de dos años (entre 1942 y 1944) organizada por la Federación Americana de Músicos que impidió a los instrumentistas acudir a los estudios de grabación. Este incipiente movimiento estaba lejos de la música comercial y en consecuencia rompió el vínculo que había forjado el jazz con la cultura popular, pero con el tiempo y la edición de discos fue ganando una audiencia más allá de su círculo.

“Ko-Ko” es una derivación de “Cherokee” nacida de los descubrimientos de Bird con las armonías y es considerada una piedra angular del bebop porque es de las primeras piezas grabadas en un estudio. En esa sesión acompañaron a Parker los trompetistas Dizzy Gillespie y Miles Davis, el contrabajista Curley Russell, el baterista Max Roach y el pianista Sadik Hakim.

Moose The Mooche

Mientras demostraba ser un músico excepcional –incomprendido al principio, pero admirado después-, su vida personal siempre fue complicada. De muy joven empezó a consumir drogas y alcohol. Su dependencia a la heroína empeoró cuando sufrió un accidente automovilístico en la región de los Ozarks, a donde había ido a trabajar con otros dos músicos. Uno falleció, el otro estuvo hospitalizado un mes y Parker se fracturó tres costillas y la columna. Estuvo tumbado en su casa por dos meses consumiendo opiáceos para calmar el dolor. Nunca pudo escapar de ellas y eso lo llevaría a un dramático desenlace. Su comportamiento se tornó impredecible y su aspecto desprolijo, en ocasiones harapiento. Era habitual que sus compañeros de banda le prestaran un traje para que subiera al escenario bien vestido. Una vez se presentó en tan mal estado que tocó sin zapatos y provocó la risa de un público acostumbrado a las presentaciones sobrias.

Mientras su figura se enaltecía, más cerca se encontraba de la autodestrucción, casi como si se boicoteara a sí mismo. Era común que se ausentara o llegara tarde a los espectáculos o a las sesiones de grabación. Había noches en las que apenas podía mantenerse en pie y, a pesar de que cometía muchos errores, lograba unos solos impresionantes.

Su estadía en Nueva York y las giras aceleraron aún más su vida, que fue vertiginosa hasta el final. Se sucedían mujeres, drogas, alcohol, música y atracones de comida sin pausa. Esta canción está dedicada a su proveedor de drogas, un tal “Moose The Mooche”, a quien le cedió la mitad de los derechos de sus composiciones a cambio de heroína.

Relaxin’ At Camarillo

Durante una gira en Los Ángeles, donde tocó y grabó con Dizzy Gillespie, entregó su pasaje de vuelta a cambio de heroína. Allí, tras provocar un incendio en un hotel y ser arrestado por la policía, fue trasladado a un hospital psiquiátrico para su rehabilitación. Permaneció allí seis meses y cuando salió grabó “Relaxin’ At Camarillo” (“Relajándose en Camarillo”), en referencia al nombre de la clínica donde había estado internado. Por primera vez en mucho tiempo, estaba limpio y se sentía bien. Sin embargo, su regreso a la Gran Manzana, si bien fue triunfal, lo llevó de nuevo a sus antiguas adicciones.

Volvería a ser internado años después tras un intento de suicido luego del fallecimiento de su hija de tres años. Este episodio, sumado a que el sindicato de trabajadores del espectáculo le había quitado arbitrariamente su licencia de músico, lo sumió en una profunda depresión. No pudo tocar en ningún lugar de Nueva York por dos años y, cuando recuperó el permiso, tuvo un altercado en el Birdland, el club que había sido bautizado así en su honor, y fue despedido.

April In Paris

 

Bird gozó de cierto éxito comercial cuando se alejó del bebop y decidió grabar dos álbumes de música ligera acompañado por una sección de cuerdas. Influido por compositores como Igor Stravinski, quiso fusionar el jazz con elementos de la música clásica. Bajo el título de Charlie Parkie With Strings, los dos volúmenes contienen versiones de sus estándares favoritos, como “Summertime”, “Just Friends” y “April In Paris”.

Parker’s Mood

 

En el circuito del jazz norteamericano, Charlie era uno de los más respetados y en Europa llenaba grandes salas de conciertos. También estaba influyendo en la música popular. Un cantante llamado King Pleasure le puso letra a su composición “Parker’s Mood” y la convirtió en una canción apta para la radio. Sus estrofas predecían su muerte con frases como “Adiós a todos, mi hora ha llegado”, “Parker fue tu amigo hasta el final” y “No gires tu cabeza cuando veas a los caballos llevando mi féretro”.

Una noche, sintiendo que había tocado fondo, visitó a una vieja amiga y amante, la baronesa Pannonica de Koenigswarter en su suite del lujoso Hotel Stanhope. “Nica”, como la conocían en el ambiente del jazz, era una ferviente entusiasta del bebop y fue mecenas de muchos artistas, entre ellos Parker y Thelonious Monk. Como Charlie le había rechazado un vaso de whisky, la baronesa llamó a un médico que aconsejó llevarlo al hospital. Él se negó y pidió quedarse con ella unos días. El 12 de marzo de 1955, mientras miraba por televisión a unos malabaristas en el show del trombonista Tommy Dorsey, le dio un ataque de risa y murió de un infarto. Según la autopsia, la causa del deceso fue una neumonía lobular, pero también sufría de una cirrosis avanzada y de úlceras. Cuando su primera esposa Rebecca Ruffin estaba embarazada, un doctor le dijo que si Parker continuaba consumiendo drogas y alcohol a ese ritmo no llegaría a los 40 años. A pesar de que los forenses estimaron que tenía 53, en realidad su edad era 34 cuando su cuerpo dijo basta.

La noticia de su muerte no tuvo una gran repercusión en los medios y en la pelea por su herencia fueron tan descuidados que enterraron sus restos en Kansas City -tal como lo preanunciaba King Pleasure- contra su propia voluntad, bajo una lápida que tenía la fecha de fallecimiento equivocada. Pero quienes lo seguían sabían que había dejado un legado inmenso. Por eso, poco después de su funeral, aparecieron grafitis con la consigna “¡Bird vive!” en toda la zona de Greenwich Village de Nueva York.

Oh, Lady, Be Good!

Para el momento de la muerte de Parker en 1955, la nueva corriente estaba absolutamente consagrada y sus complejísimas reglas ya habían sido incorporadas al lenguaje musical. De hecho, las sesiones de Bird para el sello Savoy, consideradas fundacionales del bebop, aún siguen siendo objeto de estudio y el solo de la versión de “Oh, Lady, Be Good!” -del musical de George e Ira Gershwin del mismo nombre- que tocó en el ciclo de conciertos Jazz At The Philarmonic en 1946 fue incorporado nota por nota a la gramática del jazz. En 1978 dos músicos transcribieron sus composiciones y solos en un libro titulado Charlie Parker Omnibook para que estudiantes avanzados de saxofón pudieran estudiarlos.

Now’s The Time

 

En 1988 Clint Eastwood llevó a la pantalla grande su historia con el film Bird, que pone el foco en los últimos años del músico, que en lo profesional fueron los más exitosos de su carrera, pero en lo personal terminaron de la peor manera. El director muestra el reconocimiento que el saxofonista (interpretado por Forest Whitaker) había obtenido en los ’50 como líder de un nuevo movimiento musical. “Había algo especial en su forma de tocar, un sonido muy seguro de sí mismo. Su presencia era apabullante, tenía mucho magnetismo”, declaró en su momento el cineasta, que, cuando lo vio en vivo por primera vez en 1946, admitió que se dio cuenta de que “era uno de los grandes del jazz, un precursor, un pionero” que “trajo una nueva forma de expresar los sentimientos en la música”.

La banda sonora de la película contiene las principales composiciones de Charlie Parker, pero se las trabajó electrónicamente para que tengan un sonido más moderno. Se tomó su saxofón de las cintas originales, pero el resto de los instrumentos se grabó de nuevo con una banda de grandes figuras integrada por los contrabajistas Ray Brown y Ron Carter, los pianistas Walter Davis Jr. y Barry Harris y el trompetista Red Rodney, cuyo personaje tiene un rol protagónico en el film.

Ornithology

 

Bird vive también en la literatura. Para los poetas de la generación Beat, como Allen Ginsberg y William Burroughs, el bebop ofició de banda sonora de sus propias obras. Las improvisaciones de Parker y Gillespie los empujaron a romper con las estructuras narrativas preestablecidas y a utilizar el lenguaje con mayor libertad. En la escritura beatnik la cadencia de las palabras lleva el sello de los fraseos del jazz moderno, a quien Jack Kerouac le dedicó un poema en el que lo compara con Buda y Beethoven. El autor menciona esta canción en su famosa novela En El Camino para situar la época en la que transcurre: “entre el período de “Ornithology” de Charlie Parker y otro período que había empezado con Miles Davis”.

Lover Man

Julio Cortázar dijo que el jazz ha sido una de sus principales influencias. “Me enseñó cierta sensibilidad de ‘swing’, de ritmo, en mi estilo de escribir. Para mí las frases tienen un ‘swing’ como lo tienen los finales de mis cuentos, un ritmo que es absolutamente necesario para entender el significado del cuento”, reflexiona en una entrevista que dio a Evelyn Picon Garfield, publicada en el libro Cortázar por Cortázar. El bebop le encantaba y no sólo le dio las herramientas que le permitieron desarrollar su prosa, sino que puso ante sus ojos al personaje que necesitaba para uno de sus cuentos más célebres: Johnny Carter, el protagonista de “El Perseguidor” (1959), está inspirado en Bird.

El relato, que forma parte del libro Las Armas Secretas, describe una situación en la que este personaje llega al estudio en muy malas condiciones para grabar una canción llamada “Amorous”. A pesar de haber perdido todo tipo de autocontrol, sus compañeros de banda describen que la toca de una forma que nunca habían visto, “hasta que de golpe suelta un soplido capaz de arruinar la misma armonía celestial”. Mientras que todos sienten que están frente a uno de los momentos más gloriosos del jazz, para Carter se trata de una de sus peores performances.

“Amorous” es en realidad “Lover Man”, una canción popularizada por Billie Holiday, y el episodio está basado en la historia de la versión que grabó Charlie Parker para el sello Dial en 1946, que él nunca perdonó que saliera a la luz porque deja al descubierto su estado calamitoso. Antes de la sesión se había tomado un cuarto de botella de whisky y no podía seguir a los demás músicos. A pesar de los errores, su interpretación es sublime.

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Tanto Parker como Carter tenían pensamientos en su cabeza que sólo podían plasmar a través de la música. Mientras que el primero escuchaba sonidos que recién pudo reproducir cuando encontró la técnica adecuada, el segundo tocaba el saxo para conectarse con una dimensión que excede a los simples mortales.

“Esto lo estoy tocando mañana” repetía el personaje de Cortázar, que en palabras del narrador era “un pobre diablo de inteligencia apenas mediocre, dotado como tanto músico, tanto ajedrecista y tanto poeta del don de crear cosas estupendas sin tener la menor conciencia de las dimensiones de su obra”. La descripción del escritor argentino no es azarosa y se acerca muchísimo a la figura de Parker. El saxofonista sacudió los cimientos del jazz y lo convirtió en una música de vanguardia que se abriría en infinitas vertientes. Sin embargo, su acelerado y errático estilo de vida acabó con él antes de que pudiera cosechar lo que había sembrado.

Para Miles Davis, la historia del jazz “se puede contar en cuatro palabras: Louis Armstrong. Charlie Parker”. Bird, al reescribir sus reglas, lo partió literalmente en dos. Fue criticado por los puristas, venerado por sus contemporáneos y comprendido póstumamente por todos los que vinieron después, que convirtieron su lenguaje musical disruptivo en una convención.

Como bien señala Giddins, “los hechos de la vida de Charlie Parker tienen poco sentido porque no consiguen explicar su música”. Él finalmente obtuvo el reconocimiento que anhelaba, aunque lo logró después de su muerte. La belleza de su obra era demasiado inmensa para ser apreciada en su momento. Por suerte, el tiempo pone las cosas en su lugar y las grabaciones de Bird siguen siendo, aún hoy, un portal que transporta al oyente hacia un mundo desconocido, tal vez, quién sabe, el mismo que creó Julio Cortázar en la mente de Johnny Carter.

 

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