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La voz de los ochenta en los "80"


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Martín Herrera, el personaje que interpreta Tomás Verdejo en "Los 80", es quien ha tomado el giro más fuerte en esta temporada. De ser un cadete de aviación pasó a escuchar a Los Prisioneros y a tomar una cámara para grabar videos musicales. Acá el actor y los creadores de la serie cuentan cómo reconstruyeron la movida juvenil under y cultural de Chile en 1985. [img]http://diario.elmercurio.com/images/mer30/punto.gif[/img]

Por Ernesto Garratt V. Aunque Tomás Verdejo Urzúa, actor egresado de la Universidad del Mar, fue bautizado con su cristiano nombre hace 27 años, un acto reflejo le hace girar la cabeza cuando escucha el nombre de Martín. "Cuando estamos en el set de 'Los 80', la mayoría del equipo me dice Martín", explica sobre el modo en que la realidad y la ficción se están fundiendo desde hace ya tres años, cuando comenzó a interpretar a Martín Herrera, el segundo hijo de la familia chilena más entrañable de la televisión y el personaje que más nuevos mundos está conociendo en esta tercera temporada en Canal 13.

Ha sido a través de los ojos de este joven de los 80, que los creadores de la serie han podido llevar los caminos de esta familia de clase media hacia una zona del pasado que ni el comedido patriarca, Juan Herrera (Daniel Muñoz) ni la atenta madre Anita (Tamara Acosta) podrían haber visitado de manera verosímil. Y esa zona es la movida juvenil under y cultural de 1985, cuando esos raros peinados nuevos comenzaban a imponerse a base de gel e irrumpían jóvenes vestidos con chaquetas de cuero y bototos. Una época en la que "los punkies" y "los new waves" iniciaban su tímida aparición como tribus urbanas y en ese contexto, artistas y músicos chilenos buscaban sacar nuevas voces, con nuevos mensajes y maneras de hablar de esos tiempos.

El director de "Los 80", Boris Quercia, explica que la ventana que ofrecía esta historia de Martín se conecta con una realidad y movida de nuestra historia reciente que a él le parece crucial. "Pasaron muchas cosas trascendentales en ese período y nos parecía que el arco dramático de Martín nos servía para entrar en ese mundo que es distinto al barrio donde vive la familia Herrera, que podría ser Ñuñoa, Providencia o La Reina", dice sobre un fértil momento que sacó a la luz toda una generación de discursos y tonadas, como el imprescindible y destacado disco "La voz de los 80", el primero de Los Prisioneros, una especie de columna vertebral para levantar a Martín, el personaje, durante esta temporada. Porque a casi tres décadas de la irrupción de esta banda, su aporte parece estar más vivo que nunca, con un fuerte revival e incluso una película en preparación sobre el baterista Miguel Tapia, a cargo de Matías Cruz.

Uno de los episodios clave de este ciclo fue cuando Martín Herrera acude a una kermesse liceana que va en ayuda de los damnificados del terremoto de 1985 y sobre un rudimentario escenario aparece en escena el trío de San Miguel tocando con juvenil ímpetu "Ya viene la fuerza/ La voz de los 80". "Desde ese momento comienza un camino nuevo para Martín, un cabro que había tratado de encajar en la escuela de aviación en las temporadas previas", explica Tomás Verdejo sobre su personaje, un joven de 20 años en 1985 que comienza a escuchar en casetes la poesía realista de Los Prisioneros, y quien conoce el amor y nuevos mundos musicales y culturales a través de una vendedora de la legendaria disquería Fusión, de Providencia.

[b]ALGO GRANDE[/b]

[b]ESTÁ NACIENDO.[/b]Para Tomás Verdejo fue un agrado enterarse de que su personaje iba a ser un fan de Los Prisioneros en este ciclo de 2010 y que su vida en la ficción iba a estar rodeada de discos de vinilos y casetes. "La música es parte fundamental en mi familia, yo colecciono discos, escucho mucha música", explica con tono relajado en el Tavelli de Providencia, mientras toma un café cortado y fuma cigarros mentolados. Tomás viene llegando de su natal Viña del Mar y como siempre hay escollos para interpretar a un personaje con el que se tiene 20 años de diferencia (en 1985 el personaje Martín tiene 20 años, y Tomás, el actor, tenía 2), el lazo de la música fue clave para su rol.

En la serie, Martín Herrera, guarda bajo siete llaves y vigila con sigilo que sus atesorados casetes de Los Prisioneros no caigan en las manos de su hermano menor, Félix (Lucas Escobar). Y si en la ficción Tomás Verdejo ha correteado y espantado a niños metiches, esa misma escena la vivió él con su hermano mayor. "Cuando yo tenía 5 años mi hermano mayor, Álvaro, tenía la edad de Martín en la serie y me acuerdo de su biblioteca llena de casetes", dice. "Tengo un mapa de los recuerdos, de los sonidos y de las cosas que uno tenía en esa época. Flashazos. Entonces no te puedo decir que me inspiré en mi hermano, pero está ahí. Me acuerdo que en su pieza había una guitarra verde, eléctrica, y que tenía esta gran biblioteca de casetes, que le molestaba mucho que se los sacaran. Podías entrar a su pieza, pero nadie podía tocar su música", recuerda.

En este ciclo Martín Herrera ha tomado una cámara de video (un lujo para esa época del Chile ochentero) y graba a su hermano chico y a su amigo Bruno tocando música rock. Martín, sin darse mucha cuenta, está metiéndose dentro de la bohemia de los años 80 en Chile. "Creo que es importante mostrar cómo Martín crece y se adentra en ese mundo", dice Tomás y sus apariciones con su nuevo interés amoroso, Paola (Emilia Lara), lo impulsan a tomar más protagonismo en ese "algo grande que está naciendo, en la década de los 80".

El guionista Rodrigo Cuevas, quien en estos momentos se encuentra diseñando la cuarta temporada, cuenta que el énfasis en la figura de Los Prisioneros fue útil para reflejar la temperatura ambiente de esos años a través de la serie. "Cuando Los Prisioneros aparecen en escena, lo hacen sin los típicos discursos de la izquierda ni la derecha. Su discurso es mucho más complejo y cruza con una lúcida mirada todo el espectro chileno, más allá de lo político y englobando un increíble juicio social para unos cabros menores de 20 años".

[b]VOLVER AL FUTURO.[/b]Hay una escena muy representativa del cambio en la mentalidad del hijo de la familia Herrera. Martín viene de hablar sobre el video que hizo con Paola, artista y vendedora en la mítica tienda de discos de los años 80 Fusión y se topa con Gonzalo (Diego Casanueva): el culto y fogueado amigo de la transgresora muchacha. Gonzalo lo saluda y lo felicita por su primer registro como artista audiovisual. Martín queda descolocado, agradece y Gonzalo, afectado, superior y con mundo, le dice: "Aunque no es lo mío, debo reconocer, Martín, que te quedó bien, en la onda del cine neorrealista. A lo De Sica, Rossellini".

Martín, el personaje, queda aún más descolocado y responde: "¿Y esos? ¿Juegan en el Audax?".

La inocencia y pureza de Martín es el medio ideal que los creadores de la serie han encontrado para sugerir y enunciar el mundo ochentero de la contracultura. Dice Alberto Gesswein, productor de la serie: "Lo que pasa es que hay un mundo ahí que se está mostrando que es la mayor transformación que se da en los 80: el avance en la incorporación de nuevas visiones, porque ya deja de ser solamente el mundo de los estudiantes y de los dueños de casa que estaban más temerosos de hablar en la dictadura".

Y también deja de ser la usual mirada oficialista de esos años y la conocida canción lana de protesta del Café del Cerro.

El director Boris Quercia recuerda el marco cronológico que ocuparon para traer al presente esta ventana de 1985: "Yo en esos años era un estudiante de teatro, lana, con morral, pelo largo, bien artesa y entonces veo que comienza a llegar toda esta movida del Trolley", dice. Ese mítico epicentro cultural ubicado en Santiago Poniente sirvió de pasarela de las nuevas ideas que llegaban de Europa y Estados Unidos a comienzos de los 80.

"El director Ramón Griffero -líder del Trolley- venía llegando de Europa, con la cabeza abierta a nuevas ideas y el retorno de los exiliados traía esta moda más progresista. Era una nueva onda, distinta a la del Café del Cerro, que se estaba quedando en cierto estancamiento con tanta poética y metáfora cruzada con modorra, entonces el primer 'new wave' que vi en mi vida fue el pintor Rodrigo Cabezas, con bolso transparente de plástico, con un corte de pelo raro, bien rupturista y uno, ahí, al lado de este bicho nuevo, lana, de pelo largo".

En el Trolley bandas como UPA!, Los Prisioneros, Javiera Parra, Fiscales Ad Hok, Mauricio Redolés compartían escenario con las performances y acciones de arte de Vicente Ruiz, Rodrigo Pérez, Alfredo Castro, Cayoya Sotta y una lista de actores y artistas que querían expresarse y diferenciarse. Sigue Boris Quercia: "Se llenaba y también lo mismo pasaba con Matucana, otro lugar donde podías encontrar esta nueva movida y claro, estaba la disquería Fusión".

Fusión, enclave musical ochentero, tiene un espacio destacado en la serie "Los 80". "Reconstruimos esa disquería que ya no existe y que funcionó en el corazón de la comuna de Providencia durante años, ofreciendo música directamente llegada desde Europa, de estilo new wave, rock, pop. Sin Internet, sin globalización, aislados como estábamos, este lugar fue una verdadera escuela para muchos músicos chilenos", cuenta el productor Alberto Gesswein.

Para recrear el legado de Fusión, el guionista y los creadores tuvieron largas horas de entrevista con Carlos Fonseca, impulsor de esta disquería, además de productor y manager de Los Prisioneros y protagonista clave de la contracultura musical de esos años. Señala el productor Alberto Gesswein: "Carlos Fonseca nos ayudó mucho a saber bien cómo era que funcionaba la disquería. Pero igual nos tomamos licencias. Por ejemplo, en esa época no había vendedoras mujeres, pero igual pusimos al personaje de Paola".

Un rol que empalmaba perfecto con Martín Herrera.

[b]EL SUEÑO DEL PIBE.[/b]Hace tres años, Tomás Verdejo estaba saliendo de sus estudios de la Escuela de Teatro de la Universidad del Mar y se encontraba en una gira teatral, cuando fue llamado para "Los 80". "No me lo creía, es decir, había hecho unos casting porque el actor que iba a hacer de Martín se les había caído", recuerda. El productor Alberto Gesswein lo confirma y confiesa: "En un momento pensamos sacar el personaje de Martín porque de arriba encontraban que había mucho personaje moreno", dice irónico sobre la dura gestación de una serie que tuvo algo de oposición interna. Pero lo que no te mata, te hace más fuerte, dicen, y eso se aplica a Martín Herrera/Tomás Verdejo. Después de dos temporadas en que este personaje perdió su oportunidad de seguir la carrera de piloto de aviones de combate, se le vio deambular en la segunda temporada por boliches y pools de barrio, hasta ingresar en el mundo de Los Prisioneros para no sentir que está pateando piedras ni que forma parte del baile de los que sobran.

Explica el guionista Rodrigo Cuevas: "Lo que le pasa a Martín en la serie es lo que le ocurrió a una generación de jóvenes, quienes no se sentían representados en ninguna parte y no habían encontrado su expresión de identidad". En una idea, muchos jóvenes de esos años, de camisas a cuadros, enjutos, jeans raídos y mirada seria, no sabían de dónde eran. "Y yo diría que el 85, 86 se produce esto de que el mundo cultural se abre e incorpora más a esta juventud más marginada, que no tenía acceso a la universidad. Si te fijas, Martín está siguiendo esa ruta de descubrimiento. Él junto con encontrar ese mundo, se está descubriendo a sí mismo", dice el productor Alberto Gesswein.

Es una búsqueda generacional a la chilena, que Tomás disfruta.

"Es loco lo que pasa en el set de esa serie. Te llaman por el nombre de tu personaje y apenas uno entra en escena es como viajar al pasado, somos al tiro una familia con Daniel, Tamara, la Loreto, con Lucas", dice Tomás Verdejo. "Si cuando Boris pone las cámaras dice: 'permiso señora Ana, pero la vamos a interrumpir un poquito. Y Daniel Muñoz se pone a alegar que 'ya llegaron estos artistas a filmar en la casa de uno"'.



[color="#ffffff"]Por Ernesto Garratt V..

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Excelente reseña...me siento completamente identificado con todos mi recuerdos de esa época. Como olvidar que llegaba tarde al Liceo A-78 de Quinta Normal por quedarme viendo a Los Prisioneros en el festival de la UNA, mientras mi mama se sacaba el lomo trabajando.

Mucha nostalgia me produce la serie y todo lo que gira en torno a la movida musical de esos años, con la que viví una época muy linda de mi vida, eso que se llama...JUVENTUD.

Saludos.
Juanca.

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